El Poder de las Creencias II
Esta vez la música viene primero para acompañar la lectura.
El artista: Arvo Pärt; la pieza: «Spiegel im Spiegel».
Espero que la disfrutéis.
La historia cuenta que un tal Pigmalión se enamoró de una tal Galatea, hasta aquí una historia sin más. El tema se complica si profundizamos un poco: Pigmalión, un escultor griego; Galatea, una de sus creaciones, una estatua.
¿A dónde le llevó su estado de enamoramiento, o “imbecilidad transitoria” como diría Ortega y Gasset?
Veréis, Pigmalión, presa de su estado, empezó a tratar a la escultura como si estuviera viva, como si fuera una mujer real. En este momento aparece Afrodita, se compadece de su amor y convierte a la escultura en mujer, la mesa está servida, ya tenemos el mito griego del que viene este nombre.
Algunas reflexiones al respecto:
– El amor, o mejor dicho, el estado de enamoramiento es una enfermedad, afortunadamente transitoria. La esperanza la encontramos en que parece ser que este estado no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo.
– El culpable: un compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas (lo que también explica nuestro enganche o adicción a este estado) que se produce en el cerebro: la feniletilamina.
– Al inundarse el cerebro de esta sustancia, perdemos la cabeza, vemos el mundo de color de rosa y nos sentimos flotando, en definitiva nos convertimos en completos imbéciles. A esto se une la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxitocina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienzan los arrebatos sentimentales, nuestra tontería y obsesión asciende a grados insospechados.
Dejando a un lado las justificaciones de Pigmalión y su invasión de hormonas pasemos al siguiente punto.
¿De qué hablamos cuando hablamos del efecto Pigmalión?
Nada más y nada menos que del efecto que tienen nuestras expectativas (favorables o desfavorables) en el rendimiento de las personas.
Cada persona intenta comportarse según las expectativas que se esperan de ella.
Experimentos sobre esto se han realizado muchos, quizás uno de los más conocidos fue el que protagonizaronRobert Rosenthal y Leonor Jacobson en New York 1968 en el ámbito educativo. Con este experimento se comprobó científicamente el efecto de las expectativas en el desempeño educativo de los estudiantes.
Se informó a algunos profesores de la capacidad intelectual de unos niños a los que se les habían pasado algunos tests de inteligencia. A pesar de que los niños tenían un nivel similar, a los profesores se les informó falsamente de que un grupo de ellos tenía un potencial elevado para el trabajo escolar, y que por ello dichos alumnos aprenderían más rápidamente.
Meses más tarde, se sometió a los niños a nuevas pruebas de inteligencia. Los niños a los que se consideró con más potencial, obtuvieron mejor puntuación en estos nuevos tests de inteligencia, se habían desarrollado más, aunque todo el grupo había recibido la misma instrucción.
Los humanos somos así, no podemos evitarlo, somos sensibles a las expectativas de los otros, éstas nos hacen actuar de una forma diferente y nuestras acciones hacen que las expectativas se cumplan.
Consciente o inconscientemente respondemos a lo que otras personas esperan de nosotros.
El efecto no tiene nada de mágico, al menos si empezamos a entender un poco cómo funcionan los sistemas o incluso si prestamos un poco de atención a los puntos en común con algunas leyes de la física cuántica.
Lo que ocurre es lo siguiente: los profesores, de acuerdo a sus creencias, en este caso a sus expectativas acerca de lo que sus alumnos pueden hacer, se comportarán de forma distinta y tratarán a sus alumnos de forma diferente. Según la propiedad de homeostasis de los sistemas: cualquier cambio efectuado en una parte del sistema afectará al resto del sistema que tendrá que adaptarse a dicho cambio (creo que es fácil adivinar que la otra parte del sistema son los alumnos). A estos alumnos les darán más y mayores estímulos, les hablarán de otra manera, les mirarán diferente, les exigirán más, confiarán más en ellos, etc. A cambio, los alumnos, al ser tratados de este modo, responderán de manera diferente, confirmando así las expectativas de los profesores y proporcionando las respuestas acertadas con más frecuencia.
Cuando esto se hace de una forma continuada a lo largo de varios meses, los alumnos consiguen mejores resultados escolares y mejores calificaciones en los exámenes.
Pigmalión tiene una explicación científica: hoy sabemos que cuando alguien confía en nosotros y nos contagia esa confianza, nuestro sistema límbico acelera la velocidad de nuestro pensamiento, incrementa nuestra lucidez y nuestra energía, y en consecuencia, nuestra atención, eficacia y eficiencia.
Las expectativas influyen en los dos sentidos, tanto si son positivas como si son negativas, si creemos que el otro fracasará, nuestras creencias le afectarán para que se cumpla la profecía.
Íntimamente relacionado con este concepto, Robert K. Merton desarrolló la idea de la «profecía que se cumple a sí misma», según la cual existen definiciones falsas de la realidad que provocan unas conductas tales que convierten en verdadero el concepto originariamente falso. Una profecía autocumplida o autorrealizada es una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad.
Su concepto de «profecía que se autorrealiza» deriva a su vez del Teorema de Thomas, que dice que:
– Si una situación es definida como real, esa situación tiene efectos reales.
En otras palabras, la gente no reacciona simplemente a cómo son las situaciones, sino sobre todo, a la manera en que perciben tales situaciones y al significado que le dan a las mismas.
Su comportamiento está determinado en parte por su percepción y el significado que atribuyen a las situaciones en las que se encuentran, más que a las situaciones en sí mismas. Una vez que una persona se convence a sí misma de que una situación tiene un cierto significado, y al margen de que realmente lo tenga o no, adecuará su conducta a esa percepción, con consecuencias en el mundo real.
Como hemos dicho muchas veces, vivimos en nuestros mapas y estos mapas, mucho más que la propia realidad, determinan nuestra vida.
Si todavía no tienes suficiente, de la física moderna podemos destacar dos conclusiones realmente revolucionarias en el campo científico:
– El observador no es imparcial y objetivo sino que ejerce una influencia sobre los objetos observados ya que todo se encuentra inmerso en una telaraña de interrelaciones y conexiones.
– Esta telaraña de interrelaciones es intrínsecamente dinámica, de modo que la materia se entiende como algo activo, en continuo movimiento vibratorio.
Para la física cuántica, cualquier realidad es posible, pero, según sea el “observador-participador” sólo se concreta una: todo es posible y sólo hay una concreción; todo es posible aunque se concrete sólo una expresión. El potencial cuántico depende de las interacciones entre las “partículas” del sistema y el contexto.
Según la física cuántica, todas nuestras posibilidades están teniendo lugar simultáneamente, no obstante cuando enfocamos nuestra atención en la realidad, apenas una posibilidad se concibe como real para poder experimentarla como experiencia de vida.
La nueva física es más orgánica y holística; pinta una imagen del universo como un todo unificado, cuyas partes están interconectadas e influyen unas sobre otras.
En física cuántica, el observador influye en el objeto observado. No existen los observadores aislados del universo mecánico, sino que todo participa en el universo.
Esto no es nuevo, quizás lo único nuevo es su comprobación científica, ya lo decía Goethe (1749-1832) mucho antes de estos experimentos:
“Si se trata a un hombre como lo que es, seguirá siendo lo que es; si se trata a un hombre como él puede y debe ser, llegará a ser lo que puede y debe ser”.
A la vista de todo esto, no deja de ser interesante comprobar el poder que tenemos, y espero que, tal vez incluso os haga reflexionar sobre la responsabilidad que acompaña o debería acompañar a este poder, sabiendo que podemos influir en el rendimiento de los demás sólo con nuestras creencias.
Hacedme un favor, y de paso hacedle un favor a las personas que os rodean, preguntaos, aunque sólo sea hoy, qué tipo de padres, jefes, profesores, amigos, parejas, seres humanos… queréis ser.